Sostenibilidad
Hacia un mundo sostenible
Actualmente, existe un sentimiento general sobre el aumento del nivel de incertidumbre de los acontecimientos. Hace un tiempo, teníamos más o menos claro como sería el mundo dentro de 10 años. Ahora no. Y esa impredicibilidad causa cierto malestar social.
Es cierto que en muchas áreas no disponemos de una hoja de ruta. No sabemos qué hacer. Sin embargo, hay una idea que va cogiendo cada vez más cuerpo, una tendencia creciente hacia lo ecológico y sostenible.
Al menos en apariencia, las sociedades industrializadas han comenzado el camino para su adaptación a modos de vida sostenible, en lo económico, en lo ambiental y en lo social, acuciadas entre otros por la reciente toma de conciencia sobre la finitud de recursos no renovables, y de los límites en la regeneración de muchos renovables.
Nos encontramos en un momento en que hay una predisposición social para el cambio, en gran medida influido por la crisis financiera. Para ello (y citamos a Domingo Jiménez Beltrán – ex-director de la Agencia Europea de Medioambiente) serían convenientes los siguientes hitos:
Los políticos deben tener el valor y el coraje de tomar decisiones ambiciosas, y que no se toman porque ellos creen que van a perjudicar su imagen política o la economía a corto plazo. Decisiones políticamente incorrectas, sobre todo en materia energética, que facilitarían la transición hacia modelos sostenibles.
España finalmente debe decidir su escenario energético para 2030, y en base a ese escenario, su futuro.
Un cambio de fiscalidad, ya que a fecha de hoy no se carga suficientemente lo que se quiere desincentivar, ni al contrario, se descarga aquello que se pretende incentivar. No hay sostenibilidad, ni responsabilidad social, sin una mejor fiscalidad.
Consumo responsable
La capacidad de innovar de una sociedad no es otra cosa que su capacidad de anticipar el futuro. Una medida de sus cualidades de adaptación.
Existe una tendencia creciente, de corte sostenible, hacia un consumo más responsable y menos lesivo con el medioambiente, y en definitiva con el género humano.
Cada vez es más fuerte la apuesta por productos fabricados con materiales de reposición garantizada, y probablemente con certificación ad-hoc, que hayan consumido menos energía tanto en su producción como en su transporte, que tengan una elevada durabilidad y características de reutilización y/o reciclaje.
La demanda creciente atenuará la desinformación
No obstante, existe una gran desinformación acerca de lo que es y lo que no es sostenible. Muchos de nosotros querríamos comprar esos zapatos, pero no sabemos cuáles son ni diferenciarlos del resto.
Sin embargo, es inevitable una demanda creciente y por tanto la aparición sistemática de certificados garantes de los índices de sostenibilidad de los distintos consumos. Certificados que primero serán informativos y posteriormente empleados como límite de mínimos, con distinta suerte de incentivos en su producción y uso.
Esto ya está sucediendo con los certificados de eficiencia energética de los electrodomésticos, de los edificios de nueva planta y próximamente de los edificios existentes, o los certificados FSC de talas controladas…
